Editorial del número 16 de "Solidaridad"
Según se van
acercando las elecciones de noviembre se acentúan los intentos de los partidos
del bloque dominante de adaptarse al ritmo de las movilizaciones y las demandas
que va instalando la calle en la agenda pública. Se ha visto en la acusación impulsada
por la Concertación contra el ministro Beyer, que remueve a un peón, pero mantiene
todo el entramado que hace posible el lucro en la educación. También en el bono
marzo, la última limosna del oficialismo (siguiendo las prácticas del gobierno
de Bachelet) para tratar de remontar en la intención de voto.
Se trata de
gestos vacíos, de cara a la galería. Saben que el pueblo chileno está
despertando y que hay que hacer algunos ajustes menores para continuar con el
modelo imperante sin que nada sustancial cambie. Quieren cambiar limosnas por
gobernabilidad, por paz social, considerando que con un par de parches alcanza.
Pero el
movimiento popular no da tregua. Los estudiantes, profesores y apoderados de
nuevo toman la calle; los portuarios paralizan la economía en defensa de la
dignidad de los trabajadores y dan una enseñanza de solidaridad de clase (que
muy asustado tiene al empresariado); se anuncian movilizaciones en la minería y
ya se dan algunas muestras de lucha; el malestar con las AFP se organiza en
distintos sectores y cobra más relevancia social; de Arica a Punta Arenas se
alza el grito en defensa del agua y de nuestros recursos naturales dilapidados,
malvendidos, cedidos para el aprovechamiento de multinacionales que muy poco
aportan al verdadero desarrollo de Chile. En definitiva se está abriendo un
proceso, aún embrionario pero que se proyecta como una posibilidad de mayor
desarrollo del movimiento popular.
Como libertarios
consideramos que este modelo es irreformable, y cualquier alternativa de
reformarlo dentro de los cauces vigentes, por muy honesta o bien intencionada
que sea, está condenada al fracaso. En este sentido el horizonte debe ser la
ruptura con la institucionalidad vigente y la formulación colectiva de los contenidos
de esta ruptura, sólo así podremos avanzar con paso firme hacia los cambios que
Chile necesita. Es una tarea impostergable levantar la alternativa política capaz
de disputarle la hegemonía a las clases dominantes, en esa tarea estaremos
poniendo nuestros esfuerzos las y los libertarios, buscando incansablemente la
unidad de las y los que luchan.
No podemos dejar
sin mencionar, como una grave amenaza para la región, la ofensiva que la
derecha y el imperialismo han desatado contra el proceso de cambio en
Venezuela, la punta de lanza hoy por hoy de la integración latinoamericana, de
la dignidad y soberanía de los pueblos. Los chilenos sabemos del sabotaje
económico, del fomento de grupos paramilitares y de la manipulación mediática
para trancarle el paso al empoderamiento de los de abajo. Aquí fueron el preludio
de un golpe de Estado, en la Nicaragua sandinista de una derrota electoral del
proceso revolucionario, en otros países de la conciliación y el arriamiento de
las banderas de lucha. Ninguna de las tres opciones es descartable en Venezuela
si el proceso no se profundiza y es incapaz de dar los golpes decisivos al
poder de la burguesía. Es un deber de todo revolucionario rodear de solidaridad
al pueblo venezolano para que la historia no se repita.
¡Por el Socialismo y la Libertad!
¡Arriba las y los que Luchan!
¡Venceremos!
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